Una marea de fieles se congrega en la Catedral de Granada para despedir a Francisco
El templo acoge una misa por el descanso del Papa, que deja largas colas de fieles antes del inicio
Las comunidades islámicas en Granada transmiten a la Iglesia el pésame por el fallecimiento del papa Francisco

Granada/El ruido del gentío que ha traído el buen tiempo en el centro de Granada, aumentado por el desmontaje de lo que queda de las tribunas de Plaza de las Pasiegas, se ha tornado en silencio en el interior de la Catedral, que precisamente preside dicha plaza, y que esta tarde ha acogido la misa por el fallecimiento del papa Francisco.
Replicando las imágenes que llegan desde la basílica de San Pedro, el templo granadino se ha visto inundando por una marea de fieles que se han acercado para despedir a Bergoglio. El cariño hacia el Papa quedaba patente ya minutos antes del inicio de la eucaristía, cuando una larga cola de personas partía desde la entrada de la Catedral y llegaba a alcanzar el pie de la torre.
Entre la hilera de fieles, “hermanos y hermanas de Granada”, que ha dicho después el arzobispo José María Gil Tamayo en su homilía, estaba condensada toda la ciudad. Pues entre ellos era posible encontrar hombres y mujeres, jóvenes y no tan jóvenes, representantes de la Iglesia y del mundo laico, todo ellos unidos para dar el último adiós al papa Francisco.
Había incluso otros hermanos que venían de fuera de la capital, y en los momentos iniciales era posible escuchar otros idiomas de turistas que, siguiendo sus guías, se habían acercado a contemplar el templo y se habían encontrado con decenas de personas esperando su turno para entrar.
Pasadas las 19:10 horas, se ha abierto una de las puertas de la Catedral y el río de gente ha comenzado a fluir hacia el interior. Dentro, pese a las majestuosas dimensiones del templo, la imagen que se ga visto no ha sido muy diferente, quizá incluso reforzaba la idea del cariño de Granada hacia el pontífice: ni un solo hueco vacío en los bancos que dominan la nave central, obligando a los más rezagados a contentarse con permanecer de pie al fondo. Para dimensionar la situación, bastan dos ejemplo, uno al principio de la misa, y otro al final: por un lado, ha sido necesario colocar una persona que vigilase la entrada a la nave central; por otro, llegado el momento de comulgar, los fieles se han distribuido en las tres naves del templo –cada una con la presencia de un sacerdote–, para facilitar y agilizar el trabajo.
Con estos mimbres se ha desarrollado la misa, que ha arrancado con el arzobispo de Granada dando las gracias a todos los presentes en una misa por “el eterno descanso del papa Francisco” cuyo cuerpo se encuentra “en la Basílica de San Pedro mostrando la debilidad del paso por la Tierra, pero testimoniando la fe en la resurrección”, ha dicho Gil Tamayo.
Como no podía ser de otra forma, la de este jueves ha sido una eucaristía donde se glosó la labor que ha dejado Francisco durante su papado, destacando el arzobispo la figura de un Bergoglio que aún era un cardenal, cuando pedía que la Iglesia “saliese hacia la periferia y se convirtiese en una madre fecundadora”.
Aquellas palabras las pronunció, ha recordado el arzobispo, a las puertas de un cónclave que debía elegir al sucesor de Pedro –el mismo que ahora tendrá lugar en el Vaticano tras su muerte– sin saber, que finalmente ese cargo lo ocuparía él y sin saber tampoco que, más de diez años después, se convertiría en un “renovador de la Iglesia”, más con sus gestos que con sus palabras, ha destacado Gil Tamayo, poniendo como ejemplo su visita en Jueves Santo a un cárcel romana.
La virgen de las angustias
Como no podía ser de otra forma, el arzobispo también ha tenido un recuerdo para la visita que hicieron los representantes de Covirán a Francisco a principios de año y las palabras de este a la Virgen de las Angustias, en la que “Cristo no está sobre su regazo, sino sobre una mesa, porque es oferente”, lo que sirvió al Papa para invitar a todos los presentes en aquella reunión “a ofrecer a Cristo”. También de aquella reunión, ha recordado uno de los mensajes que dejó Francisco, “no perder nunca el buen humor, no perder la alegría”.
Ese mensaje, trasladado a los representantes de la cooperativa en el Vaticano en enero y ahora en abril por parte del arzobispo a los granadinos en general, es uno de los legados que deja Francisco al mundo cristiano. Otro, también resaltado por Gil Tamayo, sería su idea de que la Iglesia “saliese de sí” y que “no fuese autoreferencial”, algo que entronca con su máxima de salir a las periferias.
Estos días, pese a todo, la muerte de Francisco ha robado, momentáneamente, la alegría a la Iglesia, cuyos fieles más que salir han entrado en los templos para despedir a un papa al que, como se repetía varias veces en el libro de condolencias situado a la entrada, le daban las gracias por su trabajo.
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